La voz de Matías Morcos.
Matías Morcos tiene 27 años, es licenciado en Enología de la Universidad Don Bosco, oriundo del Este mendocino y dice que la vocación por el arte de hacer vinos le viene desde chico, inspirado por sus abuelos de parte de madre y padre. “Mi abuelo materno era un pequeño productor, que tuvo un viñedito en el patio de su casa, toda la vida. Y mi familia paterna es descendiente de libaneses y tenían una cooperativa de la colectividad donde elaboraban vinos y uvas, una cooperativa que todavía está en pie”. Así que fue natural para Matías estudiar para enólogo y continuar con el negocio familiar.
Matías habla del vino y de la revolución de la zona Este con una pasión y honestidad inspiradoras. En esta charla con Vanguarvid, el joven enólogo confirmó el camino profesional que ha elegido: trabajar en la identidad del Este vitivinícola mendocino, reivindicar variedades tradicionales y hacer vinos sinceros que le gusten a todo el mundo.
En la Semana del Bonarda, lo elegimos como referente de un cepaje distintivo del mayor oasis productivo de la Argentina, para conocer su visión sobre esta variedad noble y versátil.
Ser o no ser…
La charla con Matías Morcos inicia con una interesante revelación: “te cuento que estudié para hacer el estilo de vinos modernos, el que viene haciendo Argentina, ese estilo francés, el estilo Rolland, con el que Argentina tiene que salir a comunicar al mundo, con el Malbec como bandera, un Malbec con mucha potencia, con roble nuevo, ese estilo que nos ha permitido abrir mercados en el mundo”, esa fue la escuela en la que se formó Matías según nos comenta.
Y su declaración avanza con igual contundencia: “Lo que nos pasó en el Este durante 20 años, era que elaborábamos un Malbec, seguíamos ‘una receta’ de lo que se estaba haciendo en Agrelo o en el Valle de Uco y ese estilo de vino no cuadraba con el potencial de la zona. Entonces, todo lo que yo estudié en la facultad sobre cómo hacer vinos, en mi casa no lo iba a encontrar nunca. Mi papá era un pequeño productor de uvas, con un viñedito histórico, familiar, con parrales de casi 100 años, como muchos de los viñedos del Este. Entonces, lo que yo había estudiado me hacía pensar que lo que había en mi casa no servía, que me tenía que ir a un lugar donde salgan ricas uvas, para hacer esos vinos que está haciendo hoy Argentina”.
Afortunadamente, hubo un descubrimiento que modificó lo que parecía un rumbo anunciado y en esta historia se empezaron a escribir nuevas páginas. Matías visitó Chile con otro técnico amigo, con la intención de probar Cabernet Sauvignon y Carmenere, “todos esos vinos gorditos, ricos y golosos que también hacen del otro lado de la cordillera”, comenta el enólogo. Sin embargo, “volvimos enamorados de la revolución de la Cepa País, que había empezado allá por el año 2016, 2017”. Se trataba de una cepa similar a la uva criolla tan extendida entre los viñedos locales del Este. “Fue como encontrar un tesoro, ver que en otro país se valorizaban y comunicaban los vinos que nosotros vendemos para edulcorar bebidas y elaborar mostos”, enfatizó Morcos.
Con entusiasmo, Matías continúa con la anécdota de su inspiradora experiencia en Chile: “Fue una sorpresa entender que las criollas de mi padre y de mis vecinos no son viñedos del pasado, sino que realmente tienen un potencial y una riqueza histórica gigante. Fue animarse al desafío de revalorizar no sólo las criollas sino también a la Bonarda y otras uvas clásicas que tenemos en el lugar. Fue empezar a entender cuál es nuestra personalidad, qué te permite hacer nuestro terruño y dedicarnos a full a eso, sin intentar copiar ningún otro modelo”.
Este pasaje de la charla concluye con otro testimonio contundente: “creo que el futuro es descubrir cuál es la identidad del Este. Nosotros estamos jugando un partido en donde nuestro foco no es competir o destronar al Malbec histórico, sino que, con Criollas, Bonarda, con Moscateles y Pedro Ximenez, podemos hacer vinos para otros momentos de consumo, vinos más frescos, que puedan competir con la cerveza o los aperitivos, vinos que los podamos tomar a las 5 de la tarde con dos hielos en la pile y esté todo bien. Entonces fue pensar que hay un segmento en el mundo del vino que es este “Burdeos argentino” está cumpliendo muy bien con su rol y nosotros tenemos que jugar otro partido, que para mí pasa por la refrescancia y la simplicidad de ese vino rico para todos los días”.
La noble y versátil Bonarda
Desde el lanzamiento del Plan Bonarda Argentina, hace unos 10 años, es notable la visibilidad que han logrado este cepaje y sus vinos. “Pasamos de tener 5 o 6 etiquetas conocidas a 50 o 60, confirmando que la Bonarda era un vino elaborado y consumido en Argentina, pero no lo estábamos comunicando adecuadamente”, destaca Matías.
¿Qué tiene el Este que le hace tan bien a la Bonarda? Al decir de Matías, por tratarse de una zona templada-cálida “es una variedad que se da muy bien, porque tiene un ciclo productivo muy largo, que hace difícil madurarla en terruños fríos, entonces nos da esta versatilidad de producción, de calidez y de madurez. Además, tiene el ‘power’ y la concentración que la hace semejante a vinos de otros lugares de Mendoza”.
La charla sobre esta variedad tan extendida en Mendoza continúa y el enólogo reconoce que es un cepaje noble tanto en el cultivo como a la hora de degustar sus vinos. Y Matías destaca su nobleza diciendo: “la Bonarda nos permite hacer esos vinos que si le ponemos roble se lo va a aguantar y así obtener un vino gordo, grande y potente. Pero también podemos elaborar vinos de Bonarda cada vez más frescos, realizando una cosecha temprana, lo cual favorece la acidez, se logran Ph bajos y nacen vinos de ‘alta chupabilidad’, amigables para todos”.
Y si hablamos de vinos diversos, hablamos también de distintos consumidores y momentos de consumo. Sobre esto opina Matías cuando comenta: “nosotros hoy apuntamos a un consumidor joven, que está buscando refrescarse con esta bebida, que cambió su menú y por eso, estamos muy fuertes en Buenos Aires en los restaurantes de comida vegana, vegetariana, asiática. Apostamos a esos nuevos paladares que buscan vinos simples y fáciles de comunicar”.
Hablar de Bonarda es bucear en un mar conocido para Matías, lo reconoce como un cepaje fundamental en la ‘revolución del Este’ y lo describe como “el tinto estrella, así como el Malbec lo es para Argentina”. El enólogo de Familia Morcos asegura: “toda nuestra línea de vinos tintos está, de alguna manera, atravesada por la Bonarda ya sea al 100% o en algún porcentaje de los cortes”. E incluso en esta relación personal con la variedad que en agosto celebra su semana, Matías recuerda que desde muy joven (cuando tenía unos 18 años) pensaba de qué manera podía diferenciarse con un Bonarda. Fue así que nació su primera Bonarda personal, un ‘blanc’ de Bonarda, que tuvo mucho éxito en marketing, en comunicación y en góndola porque se sumó a la movida de etiquetas divertidas y vinos diferentes. Matías rememora que allá por el 2017 “era un insulto despintar un vino, hacer un naranjo, tener criollas, era muy rupturista pero igual lo hicimos”. Y la vuelta de tuerca sigue, porque a partir de la cosecha 2023, a este vino super gastronómico, ya no lo van a comunicar como blanco de Bonarda, sino que se va a comercializar como “un blanco escurrido embotellado, que para nosotros es premium, hecho con bonarda despintado y criollas despintadas, que viene a revalorizar la forma en que mis abuelos hacían el vino”.
Un reconocimiento, una gran responsabilidad
En el año 2020, Matías fue reconocido como enólogo revelación por la Guía Descorchados y en 2022, la prestigiosa guía también distinguió a uno de sus vinos “Tinto del Este”.
“La distinción de Descorchados no solo fue una alegría, también significó una gran responsabilidad. Saber que la prensa internacional nos miró y nos miró por la zona en la que estamos. Y eso es una gran oportunidad que no va a suceder siempre”, precisa Matías.
Pasión y compromiso con la comunidad son palabras que atraviesan el testimonio de Matías Morcos. Reconoce que le encanta hacer vinos, embotellarlos, venderlos, comunicarlos y viajar por el mundo. Pero no le es ajeno el problema que atraviesa la industria, con la pérdida de pequeños productores, que podrían ser su familia y admite que muchos jóvenes eligen no quedarse en la zona porque han visto a sus padres y abuelos sufrir toda la vida. Por eso, con convicción habla de la Revolución del Este “que no es más que invitar a un montón de amigos y viticultores de la zona, desde ingenieros agrónomos a viejitos productores de uva a que no vendan la uva ultra barata, para hacer vinos entry level o mosto, sino que elaboremos algunas botellas juntos (100, 200, 300, 1.000) y hagamos una buena comunicación, agreguemos valor porque es la única forma de sobrevivir para un pequeño viñatero, y así juntos darle valor a nuestro lugar porque si perdemos la base de la pirámide, nos vamos a terminar quedando sin el lugar”.
Gracias Matías Morcos. ¡Feliz Semana de la Bonarda Argentina!