Las tormentas estivales representan uno de los mayores retos para la viticultura, provocando estrés en los cultivos debido al daño por caída de granizo, lluvias intensas y fluctuaciones climáticas. Este escenario no solo compromete la salud de las plantas, sino que también aumenta la vulnerabilidad frente a enfermedades como la peronóspora y botrytis. Ante estas contingencias, los fungicidas y bioestimulantes se posicionan como herramientas clave para restaurar la vitalidad de los viñedos y asegurar una producción de calidad.
La respuesta nutricional de la vid
Según la ingeniera Marina Rossi, representante técnica zonal de Brometan, “la vid, nutricionalmente, responde al agregado de diversos nutrientes tanto macro como micro. Durante el crecimiento vegetativo, exige altos niveles de Nitrógeno y Fósforo. Sin embargo, al acercarse a la maduración, la demanda de potasio aumenta significativamente debido a la extracción de fruta. Además, se ha comenzado a trabajar mucho con Zinc para la elongación de pámpanos y Boro para aumentar el cuaje y evitar el corrimiento en variedades como Malbec. En estos casos, recomendamos la línea de los Aminoquelant”.
Prevención y control de enfermedades
“Los fungicidas también cumplen un rol fundamental en la protección de los cultivos. Domark, registrado para su uso en viñedos desde junio de 2020, ha demostrado ser efectivo contra el oidio con una dosis recomendada de 300 cc/ha. Para un manejo orgánico de podredumbres, Timorex se perfila como una excelente opción con aplicaciones de 1,5 l/ha. En cuanto a la prevención de enfermedades fúngicas y bacterianas, Nordox (1,2 kg/ha) se destaca como una solución preventiva confiable”.
Soluciones cero residuos
“Hulk, por ejemplo, es un nematicida altamente recomendado para aplicaciones por goteo en el pico de crecimiento radicular, que coincide con el inicio de la floración o en la etapa de poscosecha. Las dosis varían entre 10 y 20 litros por hectárea, dependiendo de las necesidades del viñedo.
Optimus es un Fito fortificante de doble acción: aumenta la resistencia de los cultivos al estrés biótico, producido por ataque de ciertos patógenos, e incrementa la tolerancia al estrés abiótico, principalmente por factores ambientales adversos. Esta formulado con fosfipeptidos que dan una respuesta especifica al estrés biótico y L-alfa aminoácidos que dan una respuesta genérica al estrés abiótico. Su composición: L-alfa aminoácidos 4%, Nitrógeno total (amínico): 1%, Fósforo de fosfonato (P2O5): 30%, Potasio asimilable (K2O): 20%.” y dosis recomendada 200-300 cc/hl.” destacó Rossi.
Bioestimulantes: alivio frente al estrés
Los bioestimulantes no solo fortalecen la resistencia de la vid frente a condiciones adversas, sino que también promueven un desarrollo óptimo del cultivo.
La combinación de fungicidas y bioestimulantes no solo garantiza la salud del cultivo, sino que también contribuye a la sostenibilidad de la actividad vitivinícola. Productos como los mencionados permiten un manejo más eficiente de los recursos, reduciendo el impacto ambiental al mismo tiempo que maximizan los rendimientos.
El uso estratégico de estas herramientas, acompañado de un manejo agronómico adecuado, permite enfrentar los desafíos que imponen las tormentas en la viticultura, garantizando la resiliencia de los viñedos y logrando una producción sostenible y de alta calidad.
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